Zombis

"Y derrepente se despertó. Aturdido por los sedantes y maniatado a las máqunias que le mantenían con vida, se cuestionaba hasta qué punto habian urgado en sus entrañas y alterado sus sistemas.

En cuánto la niebla que turbaba su mente se empezó a despejar, analizó aquel putrefacto quirófano intentando hayar la salida. A escasos metros una señal indicaba el camino. Logró distinguir unas voces al otro lado de la habitación, obstáculos en su intento de huida.

Pero aquello no fue más que una ilusión, justo cuando descubrió que sólo los párpados era capaz de controlar, por aquella oscura puerta apareció el tétrico cirujano con sus herramientas bajo el brazo. El cirujano le dió una larga calada al puro que degustaba, lo apagó en el brazo de su paciente y, al verificar que no sentía nada, se dispuso a operar.

El joven se sintió agradecido de que, por lo menos, le hubiesen sedado. Resignado, hizo lo único que podía hacer en su situación: disfrutar del espectáculo. Vió cómo los alicates cortaron el frenillo de su labio superior, cómo la sangre se esparcía por el quirófano mientras el cirujano le levantaba la cara hasta la altura de las sienes, cómo la piel se despegaba de sus ojos, cómo le destrozaban el tabique a golpe de martillo, cómo le depositaban unas larvas en lo más profundo de sus cavidades nasales, y cómo le reconstruian la cara de nuevo.

A los cuatros meses el joven apareció, como por arte de magia, en su cama. Él dice no recordar nada, y sus familiares y amigos, no se explican dónde ha podido estar todo este tiempo..."

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